28 febrero, 2012

¿Somos tantos?

El País Semanal publicaba este pasado fin de semana una entrevista con Víctor García de la Concha, flamante nuevo director del Instituto Cervantes. García de la Concha plantea que uno de sus objetivos principales al frente del Instituto Cervantes va a ser apoyar la expansión del español en el mundo y, sobre todo, prestigiarlo porque "el español está estigmatizado y contaminado en Estados Unidos”.

El español es, en estos momentos, una lengua en expansión en el mundo: está a punto de convertirse en la segunda lengua de Brasil y ya ocupa ese lugar en Estados Unidos. De hecho, en Estados Unidos hay más hablantes de español que en España, aunque allí el español crece con la mácula de ser la lengua de los inmigrantes, la lengua de los pobres.

Los que hablan español son los mejicanos, los camareros, los colombianos, las limpiadoras… los que hablan español en Estados Unidos son los inmigrantes de primera generación porque sus hijos no querrán hablarlo, sus hijos se integrarán, hablarán inglés y renegarán del idioma de sus padres. Por otra parte, como es lógico que sea, como ha sucedido generalmente con los inmigrantes (habrá que hacer una excepción con los españoles que emigraron a Alemania, de los que se dice que vivieron sin hablar una palabra de alemán). A no ser que el español consiga crear una comunidad que progresa, que ocupa puestos en esa sociedad que presume de ser “un país libre” pero que es un país muy difícil para los inmigrantes.

Para conseguir la tarea de imprimir prestigio al español en estos momentos de crisis, el Instituto Cervantes está pensando aliarse con los países sudamericanos, sobre todo con México. Dice García de la Concha que Alonso Zamora Vicente le dijo hace muchos años: “Víctor, por favor, ocúpate de América, estamos ciegos”. Parece que por fin ha llegado la hora, esperemos que no sea únicamente porque solos no tenemos ni para pupitres.

27 febrero, 2012

¡Qué Trilema!


Traigo hoy a esta página un par de ejemplos recientes de palabras ‘inéditas’.

Uno de estos días en una entrevista radiofónica que le hacían a Joaquín Estefanía, a una de las preguntas respondió: “…y es que entre los politólogos hablar del trilema de Rodrik se ha puesto de moda…”, la locutora le interrumpió rápidamente: “¿existe la palabra trilema?”.

Según el DRAE la palabreja no existe, es un calco del inglés “trilemma” que hemos adoptado sin mayor problema y que ya podemos ver publicada en los periódicos, porque si tenemos dilema: “Argumento formado de dos proposiciones contrarias disyuntivamente, con tal artificio que, negada o concedida cualquiera de las dos, queda demostrado lo que se intenta probar”, ¿por qué no trilema?, el significado sería el mismo de dilema pero con tres proposiciones.

El otro ejemplo que quiero compartir con ustedes es este titular de El País: “Vivir ‘troikados”, ¿no les parece una palabra fea? El artículo se refiere al modo de vida en Portugal, bajo las medidas de austeridad impuestas por la troika, eso sería "vivir 'troikados'".

Curiosamente en el mismo artículo se hace referencia al triste éxito en Portugal de la palabra “troika”. Según una encuesta esta palabra fue la tercera más usada en lo que va de 2012, después de “austeridad” y “esperanza”, las tres debatiéndose por obtener un lugar en el pensamiento de los portugueses. ¡Qué trilema! Esperemos que sea la esperanza la que finalmente gane la partida en la vida de nuestros vecinos de península.

Les dejo un enlace al “Trilema de Rodrik”.

24 febrero, 2012

Anacoluto

Como nos dice un lector, los inefables guiñoles de Canal Plus parodiaban a Julio Anguita poniendo en su boca el vocablo “anacoluto”. La palabra suena a insulto culto, a algo así como “anacoreta impoluto”, que tampoco queda muy lejos de la imagen del político también conocido como “el Califa”.

Pero “anacoluto” no es un insulto, es el nombre de una figura literaria que se forma cuando, bien hablando o escribiendo, producimos incongruencias. Hablando es habitual que empecemos una frase con una persona verbal y la terminemos con otra, que empecemos una frase y simplemente nos desviemos y terminemos diciendo algo que si se pretende leer literalmente, no tiene ningún significado. Si nos ponemos a escuchar declaraciones espontáneas veremos que es una figura retórica muy común, el hablante empieza una frase y no la termina dejándola en el aire, o bien empieza una frase y en el curso de la misma el pensamiento le lleva por otros derroteros y la completa con una expresión que es inconsistente con la frase inicial.

La etimología de “anacoluto” es curiosa. Según el imprescindible Corominas la palabra está tomada del latín anacoluthon y este del griego anakóluthos, que significaba ‘que no sigue, inconsecuente’ y que derivaba de akóluthos ‘compañero de camino’, o sea acólito.

De donde podemos deducir que Julia Anguita, el anacoluto, tenía sin embargo muchos acólitos.

22 febrero, 2012

¿Qué será el oxímoron?


La filología o disciplina que estudia el lenguaje, dicho así grosso modo, se ocupa de la morfología, de la sintaxis, de la semántica, de la etimología de las palabras... Uno espera de un filólogo que sepa la forma exacta en que se conjuga un verbo irregular, o qué se esconde detrás de la figura gramatical llamada oxímoron. Sin embargo, algunos filólogos (entre los que me incluyo) tenemos serios problemas para responder a esas cuestiones y a menudo quedamos mal entre nuestros amigos.

Y, claro, es que el lenguaje es algo que sabemos todos, que utilizamos a todas horas, del que nos sentimos con el suficiente conocimiento como para criticar el uso que los demás hacen de él. A nadie se le ocurre preguntarle a un médico si para colocar un by pass conviene que los análisis del paciente tengan x valores o a un ingeniero qué resistencia debe tener el cemento para que no se hunda un puente. Pero el filólogo está ahí, a nuestra disposición para responder a la duda de si distinto y diferente son sinónimos.

Y al filólogo no le interesa tanto conjugar adecuadamente un verbo como saber si existen rasgos lingüísticos universales o si el cerebro humano interviene en la configuración de las diversas gramáticas y aun por qué se producen los cambios estructurales en una lengua... Y con estas premisas no hay forma de quedar bien en una reunión social.


21 febrero, 2012

La esperanza y la palabra

Hoy voy a traer a esta página una cita de Pedro Salinas*. Es tan hermosa y tan expresiva que no necesita comentario alguno.

"La lengua posee un valor incomparable para la vida del ser humano y para los fines de una sociedad pacífica y profunda. No hay duda de que en la palabra cordial e inteligente tiene la violencia su peor enemigo. ¿Qué es el refrán español de "hablando se entiende la gente" sino una invitación a resolver por medio de palabras los antagonismos? Las instituciones creadas para que los asuntos públicos sean regidos por el consenso de muchos, y no por voluntad de uno, se llaman desde la Edad Media parlamentos, lugar donde se habla. Para solicitar la suspensión de la lucha se envía un parlamentario. Se ha advertido que el dictador más conspicuo de la historia, el Canciller Hitler, desmesura el lenguaje humano y sacándolo del noble tono de la elocución normal lo lleva al rugido, al grito histérico y a los efectos fonéticos animales. Cabe la esperanza de que cuando los hombres hablen mejor, mejor se sentirán en compañía, se entenderán más delicadamente. La lengua es siempre una potencia vinculadora, pero su energía vinculadora está en razón directa de lo bien que se hable, de la capacidad del hablante para poner en palabras propias su pensamiento y sus afectos. Sólo cuando se agota la esperanza en el poder suasorio del habla, en su fuerza de convencimiento, rebrillan las armas y se inicia la violencia."

* El defensor, Alianza Editorial, Madrid, 2002.

20 febrero, 2012

¡Suerte! y al toro

Decía Aristóteles que las palabras corrientes comunican lo que ya sabemos y que solo por medio de las metáforas podemos obtener algo nuevo. Curiosamente, el mundo taurino ha aportado un abundante número de expresiones propias al vocabulario cotidiano. Veamos unas cuantas:

Estar para el arrastre
Entrar al trapo
Ver los todos desde la barrera
Coger el toro por los cuernos
Hacer una faena de aliño
Actuar a toro pasado
Cambiar de tercio
Dar la puntilla
Pinchar en hueso
Tener más dinero que un torero
Ser un figura
Resolver un embolado
Nuevo en la plaza
Estar hecho un toro
Caerse del cartel
Echar un capote
Hacer un quiebro
Ser un figura
Estar al quite
Cortarse la coleta
Rematar la faena
Dar la vuelta al ruedo
Ver los toros desde la barrera
Saltarse a la torera
Torearle a uno y
Entrar a matar.

Por supuesto, se admiten aportaciones.

17 febrero, 2012

A pesar de los pesares, nos entendemos


A menudo decimos que cada persona es un mundo, con sus motivaciones, su temperamento, sus deseos y su forma de pensar. Yo soy yo y mis circunstancias, que decía Ortega y Gasset. Y cada persona tiene un lenguaje propio, tiene su manera de emplear los verbos, hay palabras que utliza más a menudo que otras. Unos saltean su conversación de refranes, otros de palabras-comodín y aun tenemos los que en cada frase cuelan una palabrota. Pero a pesar de todo nos entendemos (sobre todo, si queremos entendernos).
Nos entendemos incluso los hablantes de una lengua que ha evolucionado en sentidos dispares, que se habla a miles de kilómetros, como por ejemplo el español de Sudamérica y el español de España. Si vamos a ver una película argentina, la comprendemos perfectamente. Al principio notamos la fuerte diferencia de acento, no sabemos qué significan el laburo, la mina o los pibes, pero entendemos las situaciones y la historia en general, nos vamos haciendo al acento y salimos habiendo disfrutado de la película (sobre todo si era buena) y hasta de ese idioma tan distinto y que, sin embargo, es el nuestro.
Y es que el lenguaje sirve para entenderse, para expresarse, para comunicar... y sirve también para muchas otras cosas: es un elemento de afirmación nacional para los pueblos, es un instrumento que separa y excluye en algunos casos.
El lenguaje expresa poder, crea belleza (la poesía, las canciones), transmite sentimientos, comunica, informa, educa y permite jugar con él. Nada más y todo eso.

Las lenguas también se mueren (y 2)

Mucho más cerca de nuestra época se encuentra el gótico, lengua de los godos, originarios de Escandinavia que se extendieron por Europa oriental y meridional. El texto más antiguo que permite el estudio de esta lengua es la traducción de la Biblia que hacia la mitad del siglo IV hizo el obispo arriano Ulfilas. Aunque se trate de un lenguaje religioso, influido por el griego, y alejado por tanto del habla normal, su valor es decisivo a la hora de estudiar las lenguas germánicas.
El córnico, lengua celta hablada en Cornualles, dejó de emplearse a finales del siglo XVIII a causa de la presión del inglés. Mucho antes, en los siglos V y VI, el ataque de los sajones había obligado a emigrar a pueblos celtas de esta zona, que llegaron a la Bretaña francesa, donde conservarían su lengua, el bretón.
Una de las lenguas romances desaparecidas es el dálmata, cuyo último hablante, Antonio Udina, murió en 1898. Se usaba en la costa de la antigua Yugoslavia y de ella se conservan documentos redactados entre los siglos XIII y XVI. Con su extinción se perdió una lengua romance más de las que en su momento existieron en la península de los Balcanes y que servían de enlace con el rumano, última avanzada oriental en Europa de los idiomas derivados del latín.
El continente americano ofrece también múltiples ejemplos de desaparición de lenguas. Este proceso continúa en nuestros días y es fácilmente predecible, toda vez que conocemos la existencia de lenguajes cuyos hablantes se cuentan apenas por unos centenares, cuando no son algunas decenas o hasta unos cuantos individuos los que los utilizan.
Caso muy diferente es el de aquellas otras, como el griego clásico o el latín que, aunque habiendo desaparecido en tanto que lenguas vivas, perduran todavía como vehículos culturales a través de las muchas y hermosas obras que se conservan.
En el caso de las lenguas podemos afirmar como aquel anuncio que prevenía contra el fuego: "cuando un bosque se quema, algo tuyo se quema" y al que la sabiduría popular añadía "señor conde", en este caso cuando una lengua se muere, algo nuestro se muere.

Las lenguas también se mueren (1)


Las lenguas, como organismos vivos que son, no solo cambian, sino que además pueden desaparecer y de ello tenemos sobrados ejemplos en la historia de la humanidad.
El sumerio es la lengua escrita más antigua de la que se tiene noticia, sus testimonios se remontan a más de cinco mil años. Dejó de hablarse hacia el año 2000 AC, cuando fue sustituida como idioma oral por el acadio, aunque su forma escrita siguió siendo utilizada hasta el comienzo de nuestra era como vehículo de la literatura sagrada.
El acadio, la más antigua de las lenguas semíticas, era con sus dialectos asirio y babilónico, el idioma de Mesopotamia hasta que fue a su vez sustituido por el arameo entre los siglos VII y VI AC.
El babilónico continuaría usándose en su forma escrita en temas matemáticos y astronómicos, pero a comienzos de nuestra era ya había desaparecido por completo.
El hebreo, convertido en lenguaje religioso y literario desde el s. III AC (Cristo y sus apóstoles hablaban en arameo, la lengua corriente en Palestina) renació como lengua hablada durante los siglos XIX y XX, y ha pasado en la actualidad a convertirse en el idioma nacional del Estado de Israel.
Nuestro conocimiento de otras lenguas extinguidas, aunque más recientes es mucho más pobre. Del galo, por ejemplo, apenas quedan algunas inscripciones, unos cuantos topónimos y determinadas palabras recogidas en el francés, por lo que se puede afirmar que nuestra ignorancia de aquella lengua es total. Otro enigma lo constituye el ibero, que alcanzó una notable difusión en el tiempo y en el espacio, y cuyos restos arqueológicos nos han dejado muestras estimables de su cultura.

14 febrero, 2012

Ojo con la literalidad

Decimos "colgar el teléfono" cuando ya solo apretamos un botón en nuestro móvil, sin saber que este expresión se refiere a los tiempos en los que los teléfonos estaban colgados en la pared y el auricular se colgaba literalmente.
Bajamos a la calle en ascensor sin darnos cuenta de la incongruencia de su nombre actual, pero es que antes los ascensores subían a la gente pero bajaban vacíos.
Entramos en una cafetería a comer un plato combinado sin dudar de que nos lo servirán en un lugar en el que por su nombre sólo cabría esperar que nos sirvieran un café.
Llamamos correo al correo electrónico sin pensar que ese nombre le viene del mensajero que "corría" para llevar los mensajes de su emisor a su destinatario.
Y es que las palabras recorren un largo camino en el tiempo y a veces el referente se pierde y la palabra permanece.